Se llama Héctor. Una persona muy noble de buen nivel social. Por ello, era buen blanco de las envidias de la clase baja con la que por algún motivo tuvo que mezclarse durante la secundaria. En mí había encontrado a un amigo, hasta que se lo madrearon algunas veces, "sharks smell blood", leí alguna vez. Me convertí en un engreído con tal procurar evitar padecer la enfermedad del noble inofensivo y me aparté de él.
Cuando más adulto llegué a percibir esa actitud en otras personas, me pareció más claro y fui contundente al aborrecerlo... la sangre salió de mi boca y no la saboree hasta tiempo después que me atreví a ponerme en la silla del acusado.
Mi lamentable humanidad.
Lennarth Anaya