Indignos de merecer día a día

Si no fuéramos tan mediocres, no tendríamos miedo a amar a alguien que pudiera largarse, sin tanto trámite, cuando le diese su gana.

El acuerdo contractual nupcial demuestra que no hay amor entre dos seres humanos que unen sus vidas por así comvenir a sus intereses materiales y/o emocionales.

No amaríamos a nuestros perros si pudieran ir y venir a voluntad, y tal vez no regresar, si no estuvieran aprisionados en nuestras cuevas de concreto. Nos ofendería que el perro sólo nos moviera la cola un momento pero no se dejase abrazar por nuestras asfixiantes brazos.

Tan arraigado está el aprisionamiento en nuestra mente, que el Enterpreneur (emprendedor, pero todavía con más caché, para levantarle el ánimo) nos quiere embarcar con planes y plazos forzosos para la contratación de sus servicios. Más que comprometerse, nos quiere comprometer a nosotros, atarnos y evitar que los podamos abandonar en el olvido cuando nos demos cuenta de que su servicio no cumple con nuestras expectativas. NADIE en su sano juicio dejaría de solicitar un servicio de calidad que satisfaga necesidades.

Tememos ganarnos día a día la lealtad de quien está en frente, tememos dejar de merecerles porque nos presuponemos indignos.

Lennarth Anaya

No hay comentarios: