Indignos de merecer día a día

Si no fuéramos tan mediocres, no tendríamos miedo a amar a alguien que pudiera largarse, sin tanto trámite, cuando le diese su gana.

El acuerdo contractual nupcial demuestra que no hay amor entre dos seres humanos que unen sus vidas por así comvenir a sus intereses materiales y/o emocionales.

No amaríamos a nuestros perros si pudieran ir y venir a voluntad, y tal vez no regresar, si no estuvieran aprisionados en nuestras cuevas de concreto. Nos ofendería que el perro sólo nos moviera la cola un momento pero no se dejase abrazar por nuestras asfixiantes brazos.

Tan arraigado está el aprisionamiento en nuestra mente, que el Enterpreneur (emprendedor, pero todavía con más caché, para levantarle el ánimo) nos quiere embarcar con planes y plazos forzosos para la contratación de sus servicios. Más que comprometerse, nos quiere comprometer a nosotros, atarnos y evitar que los podamos abandonar en el olvido cuando nos demos cuenta de que su servicio no cumple con nuestras expectativas. NADIE en su sano juicio dejaría de solicitar un servicio de calidad que satisfaga necesidades.

Tememos ganarnos día a día la lealtad de quien está en frente, tememos dejar de merecerles porque nos presuponemos indignos.

Lennarth Anaya

Drogas: suicidio lento

Siempre he pensado que tomamos y fumamos porque el momento mismo no es suficientemente estimulante. Nos gusta jugar basket, tocho, soccer, nadar, correr, pero no contamos con la condición para poder hacer eso todo el tiempo, es un desgaste mayor que el de las drogas. Entonces recurrimos a ellas.

Nos dicen que nos va a hacer daño, y lo sabemos, no somos idiotas. Hacemos caso omiso porque, si el momento mismo no nos resulta suficientemente estimulante, tampoco el futuro... en el fondo no valoramos la vida.

* Un paréntesis: sé que existen verdaderos idiotas que creen que no les va a pasar nada.Y lo peor es que algunos pocos fulanos hasta viven más que los demás, envenenándose,reafirmando la creencia de los idiotas antes mencionados. Habría que tener en mente que éstos son una minoría cuyas ventajas orgánicas fueron desperdiciadas y utilizadas para sufrir más que los demás.

Suponiendo que la mayoría no somos idiotas, y que más bien estamos calculando no vivir demasiado porque los sistemas de pensión para el retiro son un chiste, y nuestros seres queridos simplemente no son suficientemente divertidos y motivadores como para estar con ellos demasiado, ya cuando la vemos venir, nos arrepentimos y corremos a curarnos por culpa del dolor. Ya que nos curamos, algunos caemos en el paréntesis de los idiotas y creemos que somos inmunes porque ya lo superamos. Otros simplemente insisten inconscientemente en que la vida no es suficiente estímulo por sí sola y queremos morir, pero sin dolor, o sea, que se canse el cuerpo y deje de funcionar, ¡pero que no avise!...

Pero, ¿y qué tal si de pronto se me iluminara la cabezota y algún parte aguas cambiara mi motivación y quisiera yo curar todo eso que tanto tiempo tardé en echar a perder?, ¿qué tal si mi nieto de pronto resulta un nadador de poca madre y se va a competir a varios países y yo puedo irlo a ver de vez en cuando, y otras veces verlo en la T.V., pero resulta que ya mi cuerpo está cansado, o de plano ya está en las últimas?, me voy a perder eso.

¿O qué tal si una experiencia me hace reflexionar sobre... qué sé yo, la importancia de los bosques, y encuentro estimulante ayudar en programas para su conservación y concienciación nacional?, pero mi cuerpo ya está desgastado.

O [solteros o casados] que de pronto conozco a alguien que me emocione... ah, pero resulta que mi cuerpo ya está jodido.

Ha de ser de la chingada querer regresar el tiempo atrás para evitar hacer lo que hice.

Tal vez hay mejores maneras de suicidarse, sin causar penas y sin tener tiempo de esos parteaguas y los patéticos arrepentimientos que conllevarían.

Lennarth Anaya

Nuestro derecho sobre el prójimo

En nuestro andar podríamos optar por seguir nuestro camino e ignorar a quien está a lado, pero eso no es vivir y preferimos el conflicto.

¿Quién habría de aborrecer a un extraño de quien no se conoce nada? Pareciera que con nuestra atención al prójimo otorgamos el derecho sobre nuestra vida.

Así el mamarracho se siente con derechos sobre la doncella sólo porque ésta le prestó atención en un inicio, dándole un fallido beneficio de la duda. La doncella misma siente derechos sobre un príncipe porque ya cruzó con ella algunas palabras. Ahora ésta siente mayor autoridad que antes para poseer su vida en compromiso o, de lo contrario, hacerle la vida difícil, o al menos odiarlo y difamarlo. Y esto último sólo porque aquel decidió seguir su camino sin ella, tal y como lo pudo haber hecho desde un inicio sin haberle prestado una mínima atención.

El criminal mismo siente mayor respeto por el desconocido, de quien no sabe qué esperar, lo cual es peor que lo que puede esperar del vecino malhumorado que todos en la colonia saben que no se deja y es de armas tomar. El sólo hecho de verte en más de una ocasión, de poder inferir cierto patrón de comportamiento en tu rutina, ya es conocerte y cederle ese derecho que los animales más primitivos asumimos sobre el prójimo.

Lo mismo en redes sociales, se siente menor autoridad para cuestionar a quien publica poco.

El odio de los devotos a una religión, por los de otra religión no se da sólo por el nombre, sino después de que se han escuchado algunas divergencias en lo que piensan.

No soportamos dejar ir sin castigar, al menos con el odio, a quien no se ajustó a nuestros caprichos, la mínima actitud revanchista es el deseo de que la pasen mal, cuando no está en nuestro poder hacer más. No nos avergonzamos de nosotros mismos por sentirnos despechados, nos avergonzamos si a caso sólo de que se nos note, y entonces alimentamos el sentimiento procurando que no sea evidente, hasta que el tiempo ayude al olvido y en verdad dejemos ir.

No tengo derecho a odiar, mucho menos a interferir, sólo tengo derecho a ignorar.

Lennarth Anaya

P. D. Es sabio no correr las mismas rutas todos los días, en el mismo horario, pues los perfectos desconocidos que vaguen por ellas comenzarán a vigilarle con mayor confianza.