Ante esta realidad, el campesino decidió cortar el árbol; empuñó el hacha y asestó un golpe violento a las raíces del manzano.
Los gorriones y los saltamontes le rogaron que no cortara el árbol que les daba abrigo, sino que le perdonara la vida para que ellos pudieran ser felices cantando.
El campesino no les prestó atención alguna; y asestó otro golpe de hacha, y otro más.
Cuando llegó a un hueco en el centro del manzano, encontró un panal lleno de miel. Después de probar la miel, dejó el hacha y, considerando sagrado al árbol, lo cuidó con gran dedicación.
Fuente: Fabulas, Esopo, Siglo VI A.C.
1 comentario:
falta el refrán: lo único que motiva al hombre es el interés personal.
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