Ojalá que un magnate cuyo color favorito sea el rojo, no quiera que veamos todos el cielo rojo, porque aunque sin embargo se mueva, las muchedumbres lo van a ver rojo y vamos a castigar severamente a los no-muchedumbres.
O algún loco con títulos académicos y nobiliarios muy merecidos que se le ocurra comprarse un traje que sólo los tontos no podamos ver y nos torture con sus miserias con el auspicio de la gente normal.
Lennarth Anaya
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