Decepcionantes

Las persona común es tan decepcionante, que nosotros mismos nos volvemos decepcionantes. A falta de un incentivo social, nos involucramos en el círculo de apatía que nos impide ser excepcionales.

Pero no estamos volteando a ver tantas cosas bellas, nos estamos conformando con la retribución social y menospreciamos tantas disciplinas, tantos seres con los cuales convivir, tantas bellezas que apreciar, tantas cosas por aprender, sin necesidad de que una hiena nos de palmadas en la espalda.

Lennarth Anaya