Nos vendemos como un producto en Internet, llenos de deseables atributos que quien sabe si nos describen; con calificativos nobiliarios de lo que somos o de lo que merecemos ser; con fotos de nuestro mejor perfil, pareciendo ser personas amigables que disfrutan la vida y disfrutan de los retos en vez de temerles; procurando parecer al mismo tiempo un buen producto y humanos en el proceso.
Lennarth Anaya