La mala costumbre

Un ciudadano se aproxima al área de comida rápida de una plaza y observa muchas mesas ocupadas. Francamente había muchas desocupadas, pero no era perceptible a primera vista por el mugrero de restos de comida y cartones que había en varias de las que estaban desocupadas.

Los plebeyos, felices de poderse jactar de que sus ahorritos les alcanzan para salir a deglutir a la calle, adornan su despotismo con una cereza final al retirarse del lugar: "Que lo levante alguien", como en los restaurantes, "pa'eso pago".

Esta inocente forma de pensar, como siempre alego hasta el aburrimiento sobre todos los comportamientos considerados inofensivos, es exponencialmente devastadora. Vamos que, cuando se les ocurre levantar, ni sus migajas pueden recoger. Lo mismo que con el carrito del super, van y lo avientan en el estacionamiento en un rinconcito donde ojalá y no estorbe mientras llega algún soldado del lugar a ordenar lo que desacomodaron, si no es que también lo avientan en el cajón de estacionamiento que esté desocupado a un lado.

Como la izquierda paternalista, "¡que alguien lo limpie!". Y así millones tenemos este hermoso planeta hecho un desmadre. Veo montones tratando por todos los medios de ser el que desordene y evitar ser el que ordene. Con o sin dinero, educando y acostumbrando generaciones de seres humanos a jamás hacer nada. Las facilidades son sanas única y exclusivamente cuando el benefactor ya posee la experiencia suficiente para valorarlas con sobriedad.

Lennarth Anaya

Montón

Insurgentes Sur #48 mil. Miles de autos amontonados en las calles, al menos una persona por auto. Masas humanas hacinadas en el metrobus, otros muchos caminando y haciendo cosas, de todo. Producimos diariamente entre todos una enorme cantidad de excremento que simplemente no nos interesa a dónde va a dar.

Lennarth Anaya