En los círculos periodísticos se suele llamar a la Prensa el "gran poder" en el Estado.
Evidentemente su significación es extraordinaria y jamás podrá ser bastante apreciada.
Es, pues, la prensa, el factor que continúa obrando en el proceso educativo del adulto. En
términos generales, tres son los grupos en que se podría dividir el público lector de
periódicos.
1° Los crédulos que admiten todo lo que leen.
2° Aquéllos que ya no creen en nada.
3° Los espíritus críticos, que analizan lo leído y saben juzgar.
Numéricamente, el primer grupo es el más considerable; abarca la gran masa del
pueblo y representa, por lo tanto, la clase menos intelectual de la nación. Pertenecen
también a este grupo esa especie de haraganes que serían capaces de pensar pero que por
pura negligencia aceptan todo lo que ya han elaborado los demás.
El segundo es numéricamente mucho más pequeño que el anterior; está compuesto en
parte de elementos que, en un principio, participaban del primer grupo y que después de
funestas y amargas decepciones, optaron por cambiar diametralmente de criterio,
acabando por no creer en nada de lo que leyesen. Estas gentes son muy difíciles de tratar,
porque hasta frente a la verdad misma, se mostrarán siempre escépticas, resultando así
elementos anulados para todo trabajo positivo.
... para los componentes de este último grupo no entraña peligro
alguno ni tienen trascendencia los absurdos que pueden consignarse en las columnas de
un periódico. Hoy, que la cédula electoral de la masa decide situaciones, el centro de
gravedad descansa precisamente en el grupo más numeroso, y éste es el primero: un hato
de ingenuos y de crédulos.
Una de las tareas primordiales del Estado y de la nación es evitar que este sector del
pueblo caiga bajo la influencia de pésimos educadores, ignorantes o incluso mal
intencionados. El Estado tiene por lo tanto la obligación de controlar su educación y
oponerse al abuso. La prensa, ante todo, debe ser objeto de una estricta vigilancia, porque
la influencia que ejerce sobre esas gentes es la más eficaz y penetrante de todas, ya que
no obra transitoriamente, sino en forma permanente. En lo sistemático y en la eterna
repetición de su prédica estriba el secreto de la enorme importancia que tiene. Jamás debe
el Estado dejarse sugestionar por la cháchara de la llamada `libertad de prensa".
Rigurosamente y sin contemplaciones el Estado tiene que asegurarse de este poderoso
medio de la educación popular y ponerlo al servicio de la nación.
- Adolfo Hitler